BELÉN
“Creo profundamente que la vida es un don y una tarea que desarrollar. No llegamos al mundo programados como si fuéramos un sistema cerrado. Y sí, tenemos algo que hacer y nuestro papel es único e importante. Soy una persona atenta, extremadamente curiosa y preocupada por las causas sociales y medioambientales. Soy consciente de mis privilegios, pero también de todo aquello por lo que queda por trabajar. Deseo dejar la Tierra siendo un lugar mejor del que me encontré, y quiero que mi lucha perdure en la historia”.
Mediante este proyecto se va a intentar concienciar al público objetivo de uno de los problemas más arraigados a nuestras raíces socio-culturales, y por lo tanto, que más difíciles es combatir y eliminar: el racismo. Para ello, se hizo una investigación en profundidad de lo que es, de cómo ha evolucionado a lo largo de la historia, y de por qué surgió. Gracias a esto se determinó que cada cultura presenta unas características concretas reflejadas en simbología e iconos, estos representan el transcurso histórico de esas civilizaciones. Todas, sin excepción, son poseedoras de ellos. Y es precisamente debido a estos por lo que nacen los llamados prejuicios, que son ideas preconcebidas negativas de algo o alguien. Con esta campaña lo que se pretende es poner en valor esa iconografía propia de cada país, y dar a entender a la gente de su privilegio y de las ideas equivocadas que nos dan sobre esto.
El objetivo de desarrollo sostenible en el que Belén centró su campaña fue el número diez: reducción de desigualdades. En este punto se concreta que todas las personas deberíamos de ser iguales, y que cosas tan triviales como tu color de piel o tu nacionalidad no deberían de determinar tu calidad de vida en un lugar u otro. Con esto, se realizó una campaña contra el racismo en la que se ilustraron una serie de carteles en los que se representó esta iconografía, junto a una serie de frases del día a día que poseen connotaciones racistas y de las que no somos conscientes. A dichos letterings se les eliminó la palabra que les da todo el significado, para que así las personas que los vieran fueran plenamente conscientes de que, al igual que estos no tenían sentido, los prejuicios tampoco.
“Para aprender a respetar el mundo que nos rodea primero debemos aprender a respetarnos entre nosotros. La desigualdad en nuestra sociedad está latente y solo se ve alimentada por el racismo, que directa o indirectamente, mata a cientos de miles de personas cada año. No podemos ignorar un problema tan importante y que, actualmente, se está comenzando a poner en valor.
Todos los días presencio situaciones racistas en mi entorno, mi clase, o en mi propia casa; y quiero concienciar de que somos personas, independientemente de quiénes seamos. Formamos parte de una cultura, y tenemos una historia y una simbología. Usar esa simbología, costumbres y características físicas para posicionarte por encima de esos seres humanos no te hace mejor”.